Las Asambleas son recintos
en donde se reúnen los representantes del pueblo para discutir, legislar y
aprobar normas jurídicas que regulan el desenvolvimiento de una sociedad, de acuerdo
a la autoridad que les otorga el poder legislativo.
El acontecer político
venezolano de los últimos años ha conllevado a la conformación de dos grandes agrupaciones
políticas con intereses contrapuestos. Por un lado, los partidos y movimientos
políticos que respaldan al gobierno, los cuales poseen una tendencia
izquierdista, socialista y revolucionaria, por el otro, los partidos y
movimientos políticos de oposición, en donde conviven corrientes de pensamiento
más diversas que van desde el nacionalismo hasta el marxismo-leninismo.
Ambas agrupaciones vienen
protagonizando una lucha por el poder que se ha agudizado con el pasar del
tiempo. Esta situación ha permeado a medios de comunicación, empresas,
sindicatos e inclusive a los mismos ciudadanos que han tomado posición para
apoyar a un bando u otro. En consecuencia, la Asamblea Nacional como órgano
donde confluyen todas las ideas, no podía escapar de esa realidad.
La composición actual de la
Asamblea Nacional de Venezuela nos indica el nivel de polarización que existe
en el país. La bancada oficialista (liderada por el PSUV) posee 95 diputados,
la bancada opositora (liderada por la MUD) posee 65 diputados, mientras que la
cantidad de representantes independientes o disidentes de los dos grandes
bloques apenas llega a 5 diputados.
La
confrontación y la violencia
El martes 30 de abril, día pautado
de sesión en la Asamblea Nacional, inició con un retraso de varias horas
(cuestión que ya ha sucedido anteriormente), debido a una reunión que mantenían
los diputados del bloque oficialista con la directiva de la Asamblea. Estas
horas de retraso fueron de gran expectativa para los diputados de oposición ya
que, esperaban una respuesta concreta acerca de la situación irregular que
limita su participación en las discusiones parlamentarias.
Luego de haber iniciado la
sesión, los diputados del bloque opositor comenzaron a mostrar una actitud de
protesta debido a que sus curules no tenían micrófonos, y por ende, no podían
participar en la discusión de créditos adicionales que se estaba llevando a
cabo, y tomando en cuenta el recrudecimiento de la posición de la directiva de
la Asamblea (apoyada por el bloque oficialista) de retener el sueldo de los
parlamentarios opositores, generaron un comportamiento de rebeldía que culminó
en violencia.
Algunos diputados del bloque
opositor se acercaron a la directiva de la Asamblea para reclamar sobre la
situación, pero al no recibir una respuesta sensata (un diálogo sereno, por
ejemplo), se recurrió a los insultos e improperios que fueron interpretados por
la bancada oficialista como un saboteo o entorpecimiento del desarrollo de la
sesión, en ese sentido, diputados de ambas tendencias terminaron formando una
trifulca que terminó con varios heridos, pero sobretodo, dejó una sensación de intolerancia
y terquedad que sólo se compara con la vergüenza.
Interpretación
del conflicto
Ese mismo día, horas más
tarde, los diputados de la bancada opositora Ismael García y Julio Borges
acudieron al canal Globovisión para dar su versión de los hechos. Ambos
tuvieron un discurso enfocado en transmitir dos cuestiones fundamentales: que la
negación al derecho de palabra y la retención del salario son mecanismos
irregulares, y que la bancada oficialista generó la violencia de la cual ellos
fueron víctimas. Todo esto con el impacto de las imágenes que transmitía la
cara golpeada de Borges.
También hicieron mención,
para reafirmar su discurso, a todos los demás diputados que fueron agredidos en
la trifulca. Comentaron acerca de la situación de María Corina Machado, Dinorah
Figuera, entre otros. Mientras que a través de las redes sociales se difundían videos
de corta duración, en los que se mostraban directamente las agresiones sobre
los diputados de oposición.
Por el otro lado, tenemos la
versión que ofrece el diputado Pedro Carreño en su condición de jefe de la
bancada oficialista, la cual es transmitida por todos los medios de
comunicación públicos (de acuerdo con la plataforma del SIBCI). Su discurso se
dirigió a condenar los hechos de violencia que, desde su perspectiva, fueron
generados por el bloque opositor, así como también dejar en claro que según el artículo
76 del Reglamento de Interior y de Debate de la Asamblea Nacional, la directiva
del órgano legislativo puede negar el derecho de palabra a un diputado cuando
éste impida el normal desenvolvimiento de la sesión.
De igual forma señaló que diputados
oficialistas también fueron agredidos, entre ellos Odalys Monzón.
Posteriormente, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello,
realizó declaraciones en las que afirmó que "La violencia en la Asamblea Nacional fue un montaje preparado por los diputados Julio Borges e Ismael García". Es decir, trató de evitar el tema de fondo (la irregular situación
parlamentaria) para hacer énfasis en la situación coyuntural de violencia.
Reflexiones
finales
Los mecanismos de presión
que ha utilizado la directiva de la Asamblea Nacional para intentar que el
bloque opositor reconozca los resultados electorales del 14 de abril no han
sido, desde mi punto de vista, los más eficaces. La imperiosa necesidad de
legitimar al Presidente Nicolás Maduro, y con él, a todas las instituciones del
Estado no puede dirigirse con arbitrariedad y soberbia, sino más bien, con habilidad
y estrategia política para evitar situaciones como la descrita en las líneas
anteriores que terminan perjudicando al propio gobierno.
Negar el derecho de palabra
a los diputados opositores para que reconozcan a Nicolás Maduro como Presidente
de la República, lejos de alcanzar ese objetivo termina generando un ambiente
de descontento propicio para la violencia y la rebeldía. Además, la población
que votó por los diputados del bloque opositor observan ésta situación como una
violación a su derecho de representación ante la Asamblea Nacional.
La actuación de los
diputados opositores no fue, a mi parecer, la más adecuada. Ante una situación
irregular como la descrita es lógico que exista descontento y preocupación entre
los parlamentarios, pero las vías para canalizar ese disgusto no deben ser la
provocación o la alteración de una sesión en el órgano legislativo. En otras
palabras, si la intención es protestar de manera seria y organizada existen
otras vías que se pudieron tomar en cuenta si hubiera habido estrategia y
planificación política, evitando así la adopción de una postura impulsiva que de
manera evidente tendría una respuesta de la contraparte.